El comprar una vivienda entra en los planes de futuro de muchas personas, no obstante, esta operación supone un desembolso importante de dinero, por lo que para la mayoría se vuelve imprescindible el solicitar un crédito a la entidades bancarias para poder continuar con dicha adquisición.
Sin embargo, son muchos los factores que pueden influir a la hora de que el banco conceda una hipoteca como la localización del propio inmueble, los condicionantes personales o incluso la edad del solicitante, los cuales serán decisivos para dar luz verde a esta concesión.
En cuanto, a la edad, las entidades financieras suelen establecer los 75 años como edad límite para amortizar el pago de una hipoteca, pese a que no existe una limitación determinada. En este sentido, dado que las hipotecas más cortas tienen una duración de 10 años, esto significaría que la edad máxima pasa solicitar una hipoteca son los 65 años.
Los créditos bancarios no se conceden de forma desinteresada por parte de estas entidades a sus clientes, sino que se pretende obtener una serie de beneficios en forma de intereses. Por tanto, en el caso de aquellos clientes de más de 75 años, estos se consideran de mayor riesgo, dado que pueden generar impagos en la devolución del préstamo, convirtiendo esta operación en no segura.
Además de que a partir de esa edad existe un mayor riesgo de fallecimiento, la mayoría de personas con 75 años o más dependen de la pensión como principal fuentes de ingresos, sin la posibilidad de acceder a una fuente de ingresos como el trabajo, incrementando también así el riesgo de impago.
La edad es un factor que se tiene en cuenta por los bancos a la hora de conceder hipotecas, ya que dependiendo de la etapa de vida en la que se encuentre el interesado las condiciones pueden variar y facilitar o no la devolución del préstamo.
Por ejemplo, las personas más jóvenes suelen tener mayor dificultades para enfrentarse a cuotas elevadas, que aquellas personas con más de 40 años que suelen presentar una situación laboral más estable aunque en periodos de amortización más cortos que aquellos con menor edad.
Pese a que se establece esta edad límite, existen algunas hipotecas que pueden presentar plazos de devolución hasta los 80 años, sobre todo en caso de préstamos que se hayan concedido con edades en torno a los 60 o 65, alargándose la amortización del crédito cinco años más.
Aunque la edad es uno de los factores que se tiene en cuenta a la hora de conceder una hipoteca, este no es el único, ya que son muchos los elementos que pueden influenciar la decisión de la entidad financiera.
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